jueves, 7 de marzo de 2013

Catedral de Buenos Aires


Ficha Técnica

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Nombre completo: Catedral Primada de Buenos Aires
Ubicación: Rivadavia y San Martín - Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Fecha de construcción: 1754 - 1822
Autor: Antonio Masella, Prospero Catelin (fachada)
Protección: Monumento Histórico Nacional, Decreto 120.412/1942

Historia

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Cuando Juan de Garay vino desde Asunción a fundar la ciudad de la Trinidad, acto que tuvo lugar el 11 de junio de 1580, destinó para la iglesia mayor o catedral el mismo cuarto de manzana que ocupa hoy en día. En el acta de fundación se lee: "hago y fundo en el asiento una ciudad la cual pueblo con los soldados y gente que al presente he traído para ello, la iglesia de la cual pongo por advocación de la Santísima Trinidad, la cual sea y ha de ser iglesia mayor parroquial". En lo que atañe a la jurisdicción eclesiástica, la nueva ciudad dependía de la diócesis del Río de la Plata, creada por Paulo III el 1º de julio de 1547 con sede en Asunción.
La iglesia parroquial era una modesta construcción con tapias de adobe y madera, que en 1605 el gobernador Hernandarias mandó demoler por muy vieja e indecente. Ignoramos qué proporciones tendría la que se levantó en su lugar con madera traída expresamente del Paraguay. Años más tarde, en 1616, su techumbre amenazaba desplomarse y la parroquia tuvo que pasar a la iglesia de San Francisco.Y mientras se hacían proyectos para reformarla, solicitando para ello la contribución pecuniaria de los fieles, la iglesia acabó de derrumbarse porque estaba mal edificada y con madera podrida de sauce. Ni el Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad perdieron el ánimo y enseguida fletaron una embarcación al Paraguay para adquirir y traer la madera necesaria para la reedificación del templo. Las obras se iniciaron en enero de 1618. Según el presupuesto de Pascual Ramírez que las llevaría a cabo, su costo sería de 1.100 pesos. Sobre la recaudación del dinero carecemos de información exacta, pero sí sabemos que a finales de aquel mismo año la obra del templo estaba concluida. Pero se ofrecía una dificultad: éste resultaba más pequeño que el anterior, tanto que en 1621 ya se hablaba de construir otro destinado a catedral.
Entre tanto, en Madrid y en Roma se llevaban a cabo los trámites para la creación de la diócesis de Buenos Aires. La bula de erección canónica por Su Santidad Paulo V está fechada el 30 de marzo de 1620 y su ejecución tuvo lugar el 19 de enero de 1621 por su primer obispo el carmelita Fray Pedro de Carranza, lo cual quiere decir que en esa fecha tomó posesión de la diócesis. El obispo señaló como catedral la única iglesia de clérigos que había en la ciudad. Y en su carta de 4 de mayo de ese mismo año escribía al rey: "está tan indecente (la catedral) que en España hay lugares en los campos de pastores y ganados más acomodados y limpios; no hay sacristía, sino una tan vieja, corta e indecente, de cañas, lloviéndose toda con suma pobreza de ornamentos". Y más adelante: "El Santísimo Sacramento está en una caja de madera tosca y mal parada". "Y en cuanto toca al edificio, es forzoso el entablarla y acomodarla, so pena de que dará toda en tierra y nos iremos a una Iglesia de un convento a hacer catedral". Esta fue, pues, la que podemos denominar la primera catedral.
Cuando el tercer obispo de Buenos Aires, Fray Cristóbal de la Mancha y Velazco llegó a su sede el 6 de octubre de 1641, halló a la catedral, si no en estado ruinoso, por lo menos muy deteriorado. Así que concibió de inmediato la idea de levantar una nueva catedral y se lo comunicó al rey el 19 de noviembre de 1662. Según el plano que le adjuntó, el templo iba a tener tres naves; para su construcción se necesitarían 5.000 pesos, suma que solicitaba del real tesoro. En la persona del excelente gobernador don José Martínez de Salazar halló el obispo quien colaboraría en la construcción del templo no sólo con su influencia, sino hasta con dinero de su propio peculio. En 1671 la catedral estaba terminada: constaba de tres naves, su techo de madera y una torre; era de proporciones regulares.
Pero he aquí que una obra con tantas apariencias de solidez, al cabo de siete años, por causa de la calidad inferior de algunos materiales usados en su construcción, empezó a dar muestra de su ruina inevitable: esta es la segunda catedral.
El año 1678, el nuevo prelado, Antonio de Azcona Imberto se dirigió al rey haciéndole presente la urgencia en la reparación de la catedral, y solicitando la suma de 12.000 pesos. Su majestad acudió a la demanda, de tal manera que en octubre de 1680 se dio comienzo a las obras.Pero aquí surgieron otras dificultades, porque el techo se desplomó, se destruyó a consecuencia de ello el retablo del altar mayor y se impuso la demolición de la torre por la gravedad de su deterioro.
Su reconstrucción marchó muy lentamente, sobre todo por razones de orden económico. A pesar de ello, en 1690 la iglesia con sus tres naves estaba cubierta, aunque todavía faltaba adecentar su interior y por la parte de fuera sus capillas, la sacristía y había que elevar la torre que hasta entonces sólo contaba del primer cuerpo. Para hacer frente a todos los gastos se echó mano de todos los medios disponibles: la real hacienda, el obispo con sus rentas y alhajas, el vecindario con sus limosnas. La obra siguió adelante, pero por las sólitas dificultades económicas, al fallecer el obispo en el año 1700 aún no estaba concluida. Esta fue la tercera catedral.
Su sucesor fue el trinitario fray Pedro Fajardo, apostólico y santo prelado, que como es de suponer puso todo su empeño en la conclusión de las obras de la catedral. En carta de 20 de agosto de 1721 comunicaba el obispo al rey que ya se había dado cima a una de las torres y estaba interesado en levantar la segunda.
Pero al año siguiente -1722- la techumbre del templo se iba deteriorando de tal modo, que se temía su derrumbamiento. Enfermo y en cama, el obispo pidió al Cabildo Eclesiástico que se hiciese cargo de la obra. Ya se supone que la primera dificultad que se presentó fue la carencia de recursos económicos. El Cabildo, en tal coyuntura, dirigió un exhorto a los miembros del Ayuntamiento a quien competía, también, poner manos en ese asunto. Pero por un motivo u otro –algunos verdaderamente fútiles- se pasaron dos años sin que se hubiera adelantado nada. Entonces es cuando surge la figura del arcediano Marcos Rodríguez de Figueroa y con él las cosas entraron por la vía recta. A su actividad y celo por la causa de Dios se debe la terminación de la obra de la catedral. Para ese efecto, la real hacienda puso 1.800 pesos y él 3.000 de sus propios haberes; el arcediano consiguió 1.500 del vecindario e hizo un empréstito de 2.500 y 1.000 provinieron del cabildo secular. Se terminó el trabajo de las torres, el arreglo de las naves y el del pórtico; además, en 1725, un tal Tomás Trupp, hizo una donación de 5.000 pesos para las campanas. Esta fue la cuarta catedral.
Al morir Fray José de Peralta, se reunió el Cabildo y eligió vicario capitular al Dr. Bernardino Verdún de Villaysán, una de cuyas principales ocupaciones –y las del Cabildo- fue el mejoramiento de la catedral. Como primera providencia, tanto el vicario capitular como el Cabildo, hicieron traer de Potosí 400 libras de oro y los elementos necesarios para hacer dorar el retablo; luego se ocuparon de blanquear la sacristía mayor, los pilares del cañón principal, de todas sus capillas y del bautisterio. Además de ello, el Cabildo se ocupó en hacer alargar el presbiterio, ensanchar la mesa del altar mayor, cuyo retablo compuso en sus dos caras: tampoco olvidaron los señores canónigos la sala capitular y el archivo, que se preocuparon de ordenar y componer según las normas de la época de tal manera que no sufrieran deterioro los documentos y papeles que en él se habían de guardar. El Cabildo tuvo que sufragar los gastos que traían consigo estos arreglos y adecentamientos. Un vecino de la ciudad, nombrado Agustín de García, donó 500 pesos para el dorado y pintura al óleo del coro principal. Esta fue la quinta catedral.
La quinta catedral no fue la definitiva pues a las 9 de la noche del 23 de mayo de 1752 se derrumbó una parte de ella y entre las seis y la diez de la mañana del día siguiente se desplomaron, según informe del gobernador José de Andonaegui "las tres bóvedas de iguales naves". El obispo, don Cayetano Marcellano y Agramont informaba al rey que fue preciso "derribarla enteramente por la poca firmeza de las paredes que han quedado y empezar su fábrica desde los cimientos con más solidez y extensión que los de la antigua, que por su cortedad no parecía catedral".
Transcurridos tres años, sin contar con la autorización real y sin haber enviado los planos para su autorización, y con el total apoyo del Cabildo Eclesiástico, empezó el obispo a levantar la nueva catedral, la actual, según los planos de un arquitecto nombrado Antonio Masella, de origen saboyano. El célebre vasco y hombre de empresa Domingo de Basavilbaso, hombre de confianza del obispo y bienquisto de la ciudad, en 1754 se hizo cargo de la tesorería y dirección de la obra del nuevo templo. La nueva catedral, según el plano de Masella, sería de cruz latina, con tres naves y seis capillas laterales a ambas.
La catedral se fue edificando con los bienes de la Iglesia y con la cooperación económica del pueblo. Las obras, de a poco, se iban realizando, tanto que en 1758 se pudo inaugurar la llamada nave de San Pedro, la que se halla a la derecha de la puerta de entrada, y también el nuevo bautisterio. Pero, aunque un poco tardía, la ayuda real empezó a llegar en 1760.
Don Cayetano Marcellano y Agramont, que tanto había hecho por la nueva catedral en 1759, tuvo que dejar el gobierno de esta diócesis por haber sido trasladado a la sede arzobispal de Charcas. Su sucesor, el porteño José Antonio Basurco (1760-61) ocupó sólo un año la sede bonaerense, pero hizo también su obra contribuyendo a la prolongación del templo al donar el terreno de una casa, contigua a la iglesia, que pertenencia de su hermana, doña María Josefa Basurco, tasado en 7.500 pesos, que pagó de su peculio personal.
Una dificultad sobrevino en 1770, en que al detectarse grietas en la media naranja o cúpula, fue necesario proceder a su demolición. Al cabo de siete años las obras tuvieron que suspenderse porque también se había suspendido la ayuda estipulada en 6.000 pesos. En 1778 fue demolido el pórtico porque no concordaba con las proporciones del edificio de la catedral; también fueron demolidas las torres por no estar de acuerdo con el estilo del templo.
Fue el penúltimo obispo de Buenos Aires, don Manuel Azamor y Ramírez, quien puso cima a las obras del templo catedralicio en lo que se refiere a lo principal de él y lo inauguró el 25 de marzo de 1791, treinta y ocho años después de iniciada su reconstrucción en 1753. La catedral fue consagrada en 1804 por el último obispo de la era hispánica don Benito de Lué y Riega, quien se empeñó en agregarle lo que aún le faltaba: el frontis y las torres. Las obras se comenzaron en 1804, pero en 1807 hubieron de suspenderse por falta de numerario.
Pasados los años, independizado ya el país de España, el gobierno de Martín Rodríguez en la persona de su ministro Bernardino Rivadavia puso un gran interés en la conclusión de las obras de la catedral. Al respecto, se sabe con certeza que las del frontis se comenzaron el mes de enero de 1822. En este punto hay que salir al paso de un error que ha tomado cuerpo. Se dice que el encargado de terminar, el francés Próspero Catelin, al levantar la columnata del frontis se inspiró en la Iglesia de la Madeleine de París. Pero si confrontamos una y otra, constatamos en seguida que en realidad no fue así. En primer lugar, la Madeleine tiene ocho columnas y la catedral de Buenos Aires doce. En segundo término, las obras de la Madeleine se concluyeron el año 1842 y por tanto no podía tomarse como modelo lo que aún estaba por concluir en 1822. Según el arquitecto Buschiazzo más bien parece que Catelin "se hubiese inspirado en el Palais Bourbon, cuya fachada tiene también doce columnas y que acababa de ser terminado por el arquitecto Poyat en 1807". Las doce columnas, número con el que quiso representar a los doce apóstoles, se concluyeron en 1823, aunque sin capiteles y sin las esculturas del tímpano. Las columnas se revocaron tardíamente, en 1862, y ese mismo año, el escultor francés Dubordieu realizó esculturas del tímpano en que representa al encuentro de José y sus hermanos, alusión al encuentro de los argentinos después de la batalla de Pavón en 1861.


                                              La catedral en 1727


la catedral aún sin fachada según acuarela de 1817
 

                          según Bacle durante las exequias de Dorrego en 1829   


                       Según acuarela de C. Pellegrini en 1830


                         Según fotografía de 1870, con la curia original de Fossati



Detalles del edificio

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Una de las cosas que sorprende a quien visita la Iglesia catedral es la diversidad de estilos que es posible observar en su interior. No olvidemos que su construcción (la de la actual) fue iniciada en el siglo XVIII y recién pudo ser concluida a principios del siglo XX, pasando por muy diferentes manos, de arquitectos y constructores, quienes, según la oportunidad o momento, fueron cambiando o agregando algo, desde elementos un tanto barrocos, hasta su estilo fundamentalmente románico. Es uno de los templos que impresionan por su volumen y grandiosidad: recordemos que su nave central está próxima a los cien metros de largo; su piso, de especial belleza de mosaicos diminutos, tiene una superficie que se aproxima a los tres mil metros cuadrados.
Es uno de los pocos edificios catedralicios de la Argentina que posee una nártex. Este consiste en un pórtico de entrada, cerrado, con lo que podríamos "llamar doble pórtico", como si fuera un gran vestíbulo, anexo a las naves de templo. Se le ve separado, antes de ingresar a las naves propiamente dichas, por sendas puertas que coinciden en posición, estilo y volumen con las que, en frente, comunican con el exterior. En los primeros siglos de la Iglesia este lugar, el nártex, se reservaba para los catecúmenos, quienes seguían desde allí las ceremonias y predicación, pero al iniciarse el Ofertorio de la Santa Misa, se retiraban, por no encontrarse autorizados a permanecer durante la liturgia eucarística.
Contra lo que muchos piensan, por último, la catedral no es de tres naves, sino que tiene cinco. La principal, cubierta de una bóveda de cañón corrido y un crucero cubierto por una cúpula que, sobre un tambor circular, alcanza los 41 metros de altura.
Entrando por la nave lateral derecha vemos sucesivamente las capillas dedicadas a S.Luis Gonzaga (efectuado por el Italiano Capranesi, en Roma 1909), próxima al ícono de Nuestra Señora de Vladimir; luego encontramos la capilla de S.Juan Nepomuceno (cuyo óleo fue realizado por Capranesi, en Roma en 1909); y la consagrada a Nuestra Señora de la Paz.El obispo Marcellano y Agramont, elegido por Benedicto XIV el 23 de enero de 1749, consagrado obispo el 3 de agosto de 1750 y llegado a Buenos Aires el 6 de diciembre de 1751, trajo consigo una imagen de Nuestra Señora de la Paz. La hizo colocar en la capilla que más tarde fue mausoleo del General San Martín, donde permaneció hasta 1878. La talla de Nuestra Señora de la Paz, en 1910 fue llevada a la capilla de San Javier, en Córdoba, y colocada junto al sepulcro de quien había sido el tercer arzobispo de Buenos Aires, fray Cristóbal de la Mancha y Velazco. Finalmente por acuerdo capitular del 24 de junio de 1927 fue colocada en su actual capilla. El 12 de octubre de 1952, el Cardenal Santiago Luis Copello la coronó solemnemente y el 15 de agosto de 1953 coronó al Niño.
A continuación encontramos el Mausoleo del General José de San Martín. El 11 de Abril de 1877 el entonces presidente Nicolás Avellaneda firma el decreto de creación de una Comisión encargada de repatriar los restos del General Jose de San Martín. La misma estuvo presidida por Mariano Acosta, vicepresidente de la Nación. Era entonces Arzobispo Monseñor León Federico Aneiros, la comisión con la firma de José Prudencio Guerrico, le solicitó al prelado la capilla, ya sin uso, que había servido en otros tiempos de bautisterio. El proyecto de los peticionantes era que en el frente Oeste se erigiese un altar a Santa Rosa de Lima y un sarcófago en el frente Sur. Así lo comunicaron el arzobispo, quien de inmediato pasó la nota al cuerpo capitular. El Cabildo asintió complacido: “mirando como una de las preeminencias y de las glorias de la Iglesia metropolitana ser la depositaria de los restos de tan ilustre varón”.
Al año siguiente hubo un cambio en el proyecto: en vez del bautisterio, la comisión solicitó que el mausoleo sea erigido en la capilla de Nuestra Señora de la Paz, que tuvo que ser ensanchada para ese efecto. El 28 de mayo de 1880 llegaban a bordo del Transporte ARA Villarino los restos del Libertador de America.
Se los trasladó del puerto a la catedral y, después de celebrado un oficio fúnebre por el eterno descanso de su alma, se colocaron en el monumento. Los restos habían sido depositados en triple ataúd de grandes dimensiones, de tal manera que sólo pudo caber en el lugar indicado en posición oblicua, no horizontal. El mausoleo, todo de mármol, fue obra del escultor francés Albert Ernest Carrier-Belleuse. Dentro del recinto del mausoleo se han depositado, tambien, los restos de los Generales Juan Gregorio de Las Heras y Tomás Guido.
Luego encontramos la capilla del Sagrado Corazón  y S.María Alacoque.En el siguiente altar se encuentra la imagen de S.Martín de Tours (de fines de 1800), patrono de la ciudad. Aqui está el monumento al Arzobispo León Federico Aneiros, una obra del escultor Víctor de Pol, que es un mausoleo en mármol de Carrara y piedra, con la figura del prelado arrodillado en su centro.
La próxima es la dedicada al Santísimo Sacramento, donde se construyó un altar con exuberante basamento de mármol y columnas de granito al estilo barroco. Las pinturas interiores pertenecen a Francisco Parisi y hay También obras de Rubens y de Gagliardo, quien en el Vaticano retocó las obras de Rafael.
Coronando la nave central se encuentra el Retablo Mayor de fines del siglo XVIII.El retablo que ocupa todo el ancho y el alto de la nave central está realizado en madera de cedro del Paraguay que fue traída flotando el Río Paraná. En Buenos Aires fue tallado a mano, dorado a la hoja y policromado por Isidro Lorea natural de Vizcaya donde había seguido estudios de arquitectura y detallista.
Este retablo era un tabernáculo externo, de planta triangular, mistilínea y lados cóncavos.
Inicialmente ocupó el centro del crucero hasta que en 1830 fue cortado para trasladarlo al fondo del presbiterio. La parte cortada se envió a diferentes iglesias del interior.
Pellegrini muestra en una litografía que entre los grandes roles del coronamiento, surgían otros dos más pequeños que fueron cortados. También fueron modificados los dos expositores: el albergado en la hornacina principal, que tendría la forma de un templete cilíndrico, con puertas curvas, cuya base giratoria, usada hasta hace pocos años, permitía manifestar el Santísimo Sacramento en la gran custodia de plata o la imagen de la virgen, según lo exigía la liturgia. Se suprimieron también seis ángeles que servían de candeleros, uno de los cuales se encuentra en el museo de Luján.
En 1858, acusa de la modificación del coro capitular se trasladó el altar mayor. El 14 de marzo de este año se consagró el mismo.
El cabildo decidió en una comisión que lo único que necesitaba el altar mayor era pintarlo y dorarlo. También se decidió que se colocara un tabernáculo de movimiento para la divina majestad en un frente y la Purísima Concepción en el otro.
Se quitó el tabernáculo de donde hoy se halla y se colocó uno grande en el nicho que hoy ocupa la virgen.
Diez años después se colocó en el altar mayor en un nuevo tabernáculo menor y secundario construido en el mismo estilo que todo el retablo.
Actualmente en la parte superior del retablo se encuentra ubicado el grupo de mérito que representa a la Santísima Trinidad (protectora de la Catedral).
En el centro del retablo se encuentra la imagen de la Virgen María Inmaculada, ubicada en el tabernáculo desde 1979 compartiendo el nicho con Santa María de los Buenos Aires, al girar el nicho se permite la alternancia para la adoración de ambas imágenes. A los laterales podemos observar columnas de fuste liso y capitel compuesto que muestran un esplendoroso labrado.
En 1906 se cambia el piso del presbiterio por lo cual deciden elevar la mesa del altar mayor para que las ceremonias se puedan ver mejor. Por arreglos se retiró el tabernáculo menor y fue trasladado al altar de Santo Cristo.
Si pasamos a la nave lateral izquierda nos encontramos a la derecha con una imagen de tamaño medio que corresponde a Santa Rita y a la izquierda una correspondiente a San Cayetano; ubicado en el fondo, separado igual que el de San Pedro por una reja baja con baranda de bronce, el Altar de Nuestra Señora de los Dolores.
El retablo fue construido por el tallista Juan Antonio Gaspar Hernández en 1794.
El Virrey Juan José de Vértiz en sus memorias de 1784 dice que la capilla tenía 3 lienzos de mérito regalados por un argentino: representan el Camino al Calvario, La Agonía y El Descendimiento.
El lugar fue destinado por el obispo Azamor en 1793 a la Hermandad de María Santísima de los Dolores y Sufragio de las Almas del Purgatorio.
La imagen de la Virgen es de vestir; fue traída de Cádiz y donada por la madre del general José de San Martín, Da. Gregoria Matorral. La cara y manos están realizadas en algarrobo blanco. Es una copia de la que se venera en la capilla de la Hermandad de Dolores en la iglesia de San Lorenzo en Cádiz. Llego a Buenos Aires en el navío San Pascual Bailón en 1753, junto con un vestido de terciopelo rojo oscuro, (hoy lleva puesto uno de color negro), con su correspondiente cinturón ricamente bordado, manto real, aureola y corazón con siete espadas, en plata.
Todo el altar es de madera dorada, adornado con alegorías, excepto el retablo, que en 1948 fue totalmente reformado; se colocó al pie un Cristo Yacente, obra del escultor León Moroder, quien reprodujo el Santo Cristo Yacente que la Hermandad del Santo Entierro venera en la Capilla de San Gregorio de Sevilla.
Debajo de la imagen de la virgen y sobre el Cristo Yacente se encuentra el Sagrario, el cual se utiliza para guardar el cuerpo y sangre de Cristo. A cada lado del altar se encuentran dos lámparas votivas las cuales si están encendidas significan que el cuerpo de Cristo esta guardado en el Sagrario.
En la bóveda de esta capilla se pueden observar pinturas realizadas por el italiano Parisi.
El próximo altar está dedicado al Santo Cristo de los Buenos Aires.Se lo conoce también como el "Cristo Milagroso" porque su figura es considerada Milagrosa y Protectora de la Ciudad. En los primeros tiempos durante una misteriosa tormenta que había paralizado durante días la actividad, fue llevada en procesión, al poco andar la lluvia se detuvo y las aguas comenzaron a descender, lo cual se consideró un milagro atribuido a él.
El venerado Cristo de Buenos Aires, obra del escultor portugués Don Manuel de Coyto (1671), se halla sobre el brazo izquierdo del crucero y fue obsequiado a la Catedral por el Gobernador Don José Martínez Salazar.
El Obispo de la Mancha y Velazco, nombró e hizo "Patrón e Ilustre" a él y a sus Señoría Antonia Boau de dicha Capilla.
El altar del Santo era de madera, por lo cual la Archicofradía solicitó del Cabildo el permiso para construirlo de mármol y bronce, respetando su retablo y colocando en él un rico tabernáculo, que en 1941 fue trasladado a la nueva Capilla del Sagrario.
La capilla que sigue está dedicada a S.José, acompañado por la imagen de S. Martín de Porres y la Vírgen de Itatí.En este altar se encuentra un óleo del artista Paolo Parisini realizado en el año 1911. Esta obra no utilizó la técnica de cera de vela mezclada con pintura de colores como en otros cuadros.
Luego de la salida lateral del templo vemos la capilla dedicada a Nuestra Señora del Carmen, donde se encuentra un óleo pintado por el artista Capranessi en Roma, en 1909, que representa a Nuestra Señora del Carmen.
Sobre la mesa del sacrificio se encuentra una imagen de la Virgen de Luján, dentro de una hornacina de vidrio con bordes y pies de bronce, es una imagen de pequeña talla y fue donada en 1944 por la archicofradía del Santísimo Sacramento.
Luego vemos la capilla de San Juan Bautista, denominada "Capilla con trampa", debido que si bien figura que se encuentra advocada a San Juan Bautista, este no aparece, sino que el que aparece es su padre San Zacarías y el ángel Gabriel en un óleo realizado por Capranessi.
Por último encontramos la capilla de Santa Teresa de Ávila, donde se encuentra representada en un óleo en éxtasis.Esta obra fue realizada en Roma por el pintor Capranessi en el año 1909.

                                           Fachada



                                      Detalle del tímpano

                             Interior con la nave central

                              Capilla de S. Juan Nepomuceno


                                       Capilla de N.S. de la Paz
 

                                         Vistas general del Mausoleo de San Martín





                                     Sepulcro de T. Guido


                                  Sepulcro del general Gregorio de Las Heras       



                                  Capilla del Sagrado Corazón y S.Margarita Alacoque



                          Transepto derecho: capilla de S.Martín de Tours



                                      Capilla del Santísimo Sacramento


                                       Altar mayor


                    Detalle del retablo mayor con la Inmaculada Concepción



                                         Altar de N.S. de los Dolores 


                            Detalle del retablo de la Dolorosa



              Transepto izquierdo: altar del Santo Cristo de los Buenos Aires


                                                   Detalle del retablo


                                                  Capilla de San José

 

                                              Capilla de N.S. del Carmen


                                             Capilla de S. Juan Bautista


                                                   Capilla de S.Teresa





 

4 comentarios:

  1. Excelente. Las fotos impecables y la información abundante. No se puede pedir más. Gracias por compartir
    Saludos
    http://misteriosabsas.blogspot.com

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  2. gracias por el comentario, estamos a tu disposición para opiniones y comentarios. Tu opinión y la de los demás lectores enriquecen esta página

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  3. Magníficas fotos e interesante la historia que relata el artículo.

    Me gustaría añadir algo a una de las imágenes publicadas, se trata de la que se titula "Detalle del retablo de la Dolorosa". Creo que bien se puede enlazar con esta otra historia que demuestra el nexo de unión de Buenos Aires con una de las ciudades más americanistas de España.

    Si hay algún error en el artículo, bien se puede comentar debajo para corregirlo.

    http://estoespasionporcadiz.blogspot.com.es/2011/04/una-pequena-historia-de-los-servitas-de.html

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  4. Estimado Sr José Laguna: le informo que estoy armando un videolibro titulado "Breve historia de la Plaza de Mayo y su entorno".
    Acabo de subir a Youtube el Capítulo VI - La Pirámide de Mayo
    Se puede ver en:
    https://www.youtube.com/watch?v=tLEnhO-PHwo&feature=youtu.be - El Cap. VII tratará sobre la Catedral Metropolitana; su información es tan importante que le pido permiso para utilizar algunas de la imágenes. En ese caso haré referencia a su página en la introducción del capítulo. Espero su comentarios.

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